UNA «TORMENTA PERFECTA» EN LA OREJA DE VANG GOGH
- Anthoni Herrera Izquierdo
- hace 4 horas
- 3 Min. de lectura
La música española asiste a un inesperado giro de guion: Amaia Montero, antigua voz de La Oreja de Van Gogh, podría estar a punto de regresar a la banda que la catapultó al éxito. Sin embargo, lo que debía ser una celebración íntima se ha visto empañada por una filtración accidental de su amiga Cayetana Guillén Cuervo, desatando una tormenta mediática, una posible demanda y la ruptura pública de una amistad de veinte años.

La música española vive días convulsos. Lo que prometía ser un emocionante regreso —el de Amaia Montero a La Oreja de Van Gogh— ha desembocado en un terremoto de emociones, traiciones y posibles demandas. Y todo por una indiscreción inesperada: la de su amiga, la periodista y actriz Cayetana Guillén Cuervo.
Fue en la gala de nominados de los Premios Talía, a mediados de abril de 2025, cuando Cayetana Guillén Cuervo, entre sonrisas y complicidades, soltó la bomba: "Yo lo sé desde hace mucho... Ella me pidió que por favor no lo dijera a nadie y yo no lo dije". Las palabras flotaron unos segundos en el aire, antes de explotar como dinamita en la industria musical.
Nadie estaba preparado para esa confesión. Hasta ese momento, el regreso de Amaia Montero a La Oreja de Van Gogh era un secreto a voces: rumores, ilusiones de fans, pero nada oficial. La cantante, que llevaba meses recuperándose de problemas de salud, había mantenido silencio absoluto. Cayetana, sin embargo, rompió esa tregua.
La reacción no se hizo esperar: las redes sociales ardieron y los medios desplegaron portadas en cuestión de minutos. Lo que debía ser un momento íntimo y estratégico de regreso se transformó en un espectáculo público no autorizado.
Horas después de sus declaraciones, Guillén Cuervo publicó un comunicado en Instagram, tratando de apagar el incendio: pedía disculpas a Amaia y a la banda, afirmando que había hablado movida por "la ilusión y el afecto". Pero el daño ya estaba hecho.
El gesto más evidente llegó desde el perfil de Amaia: dejó de seguir a Cayetana en redes sociales. Un gesto seco, cargado de dolor. Según fuentes cercanas a la cantante, Amaia no solo se siente "muy dolida", sino que incluso se ha planteado demandar a su ahora examiga. Una traición así, en uno de los momentos más frágiles de su vida, era imperdonable.
Hoy, aquella amistad de más de veinte años entre dos figuras queridas por el público español pende de un hilo que apenas sostiene el respeto básico.
En todo este maremágnum, los principales implicados, La Oreja de Van Gogh, han optado por el silencio. Desde que en octubre de 2024 anunciaran la salida de su vocalista Leire Martínez tras 17 años juntos, no han vuelto a hacer declaraciones oficiales sobre su futuro inmediato.
En su escueto comunicado, los músicos hablaron de «trayectorias separadas» y de «duras conversaciones», pero no mencionaron a Amaia Montero. Fuentes internas, sin embargo, aseguran que el regreso de Amaia no está oficialmente confirmado aún y que el grupo trabaja en nuevas canciones, sin prisa, ni nuevo fichaje vocal.
La sensación es de espera tensa, como si la banda prefiriera que el polvo del escándalo se asiente antes de tomar decisiones públicas.
La otra gran protagonista de esta historia, Leire Martínez, ha manejado la situación con una mezcla de elegancia y tristeza contenida. Aunque su salida fue anunciada como "de mutuo acuerdo", voces cercanas aseguran que ella no participó activamente en ese comunicado, y que la ruptura fue menos amistosa de lo que parecía.
Leire ha evitado entrar en guerras. Ante los micrófonos, asegura que desconoce si Amaia volverá y que su foco ahora está en su carrera como solista. Se ha mostrado crítica con quienes la enfrentan a Amaia, lamentando la «maniqueización» del relato («Amaia o Leire») que ciertos sectores alimentan.
Cuando se le preguntó si aceptaría que La Oreja volviera a sus raíces con Montero, su respuesta fue tajante y madura: «¿Quién soy yo para decirles nada?».
Un fandom dividido y expectante
Mientras las protagonistas callan o se pronuncian a medias, el público ha tomado partido. Las redes sociales bullen de comentarios: unos celebran la posibilidad de reencontrar la voz mítica que marcó la adolescencia de toda una generación; otros defienden a Leire, quien durante casi dos décadas sostuvo el legado del grupo con dignidad y talento.
En medio de la tormenta, una verdad se impone: La Oreja de Van Gogh ha vuelto a estar en boca de todos. Pero, esta vez, el precio ha sido altísimo: amistades rotas, reputaciones heridas y una expectación que puede convertirse tanto en gloria como en fiasco.
Solo el tiempo dirá si la banda logrará transformar esta tempestad en música, o si los silencios pesarán más que las canciones.
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